Capítulo 13: Vilcabamba.


Hemos llegado a un lugar enigmático donde la vida se prolonga por encima de la media nacional. Aquí los habitantes nativos se caracterizan por la avanzada edad a la que pueden llegar ¿Por qué? “Porque vivimos relajados” me respondió un señor en la plaza central al reírse de mí –o conmigo- para luego seguir lentamente su camino.

La vista del cerro próximo me envuelve en la curiosidad de develar un misterio cuya respuesta puede estar en el campo físico como el clima, el estilo vida o cualquier otro factor real. El enigma tal vez se pueda resolverse adentrándonos en las ciencias esotéricas, alquimia o magia. Quizá sea el hambre la que me hace pensar pavadas.



Nos dijeron que siguiendo el camino que cruza el río encontraremos una comunidad autóctona donde podremos realizar labores de siembra, ayudar y compartir con los integrantes. Caminamos arduamente, el camino es fangoso y el peso extra en nuestras mochilas nos dificulta las labores. Vale la pena parar, mirar esos cerros que erigen verde frente a nosotros. Las escasas casas que vemos en sus laderas, grandes casas de campo, no contaminan el paisaje más bien lo adornan delicadamente dando un contraste que estar allí es estar en paz.

Nos rendimos a pesar que nos han dicho que no esta tan lejos donde vamos pero ¿realmente vale la pena seguir? Miro a David esperando alguna opinión. No lo pensamos mucho porque llevamos casi dos horas de infructuosa búsqueda, sin decir más descendemos.

Hablamos sobre donde pasaremos la noche, no tenemos carpa ni nada por el estilo. No vamos a pagar una noche en hostal y volver a Loja no hace sentido. Necesitamos tomar una decisión ahora pero como nada nos presiona ni apura, cuando lleguemos a la plaza algo hemos de inventar.

Un hombre va frente a nosotros, al escucharnos reduce su velocidad. Voltea a vernos con disimulo mientras nos comemos unas naranjas que agarramos de un árbol en el camino. Se detiene y nos encara.

--¿Andan viajando?—pregunta a secas con una sonrisa que genera confianza.

Es un investigador de medicina natural para un laboratorio de Colombia. Lleva dos años viniendo a Ecuador específicamente a Vilcabamba trabajando de un compuesto cuyo nombre me es imposible a recordar.

--¿tienen dónde pasar la noche?

--No.

--Me esto quedando en la finca de un amigo. Allí nos adecuo una casa. Si quieren, pueden pasar acá.

Hospedaje: resuelto.

El lugar queda al lado del camino. Abre la gran puerta metálica con indicios de oxidación. El camino está a punto de desaparecer por la invasión de la maleza. Pasamos rodeando una cerca llegando a lo que pareciese un establo cuando somos recibidos por dos grandes bestias, quise huir cuando vi sus dientes que me causaron temor. Pueden estar entrenados para ataques directo al cuello y agregando su gran porte, mis esperanzas de supervivencias se reducen a un fulminante cero.

--¡Quietos!—es la orden precisa.

Son dos Gran Danés plomos con un pelaje fenomenal que me llegan a la cintura. Los miedos se desvanecen cuando puedo acariciarlos y jugar con ellos.

Los naranjos que rodean el lugar están cargados de ricas naranjas que seducen nuestros ojos y despiertan una idea de emprendimiento.

Nos subimos en los arboles rescatando lo que más podemos. Vamos a la cocina y sin perder tiempo vamos mano a la obra. Cinco litros exprimimos de puro jugo de naranja. Cinco litros con los vamos al parque central en una fría tarde a rescatar alguna moneda… no pasa nada.

Un litro habremos vendido, un quinto de nuestro producto que ha sido más que suficiente para recuperar la inversión de los vasos. La pasamos bien allí conversando con uno u otra persona que pasa, los niños corriendo sin prejuicios mientras juegan libremente, las parejas que se abrazan en las bancas y nosotros que disfrutamos de la libertad que nos regala el ocio mientras bebemos el delicioso jugo de naranja, nuestro jugo.

A Vilcabamba llegan muchos extranjeros jubilados que cansado de los inviernos abrazadores de su país vienen a descansar con su pensión ¿Será que ellos vivieron toda su vida disfrutándola a cada instante y ahora vienen a disfrutar del ocio o será que vivieron toda su vida sin vivir esperando este momento para empezar?

Frente a la iglesia hay uno de los nuestros: Lechuza. Malabarista de años que ha quedado encantado con Ecuador sin importar que lo han deportado 2 veces y va camino a una tercera.

--Ecuador es el mejor país para que te deporten. En Quito te tienen en un hotel de puros indocumentados con tres comidas al día, agua caliente, televisión por cable y wifi hasta que encuentren un vuelo barato para tu país. Es el único país que te regresa en avión a tu casa. Cuando yo estuve había dos hombres de Etiopia que cada vuelo de avión costaba 1300.

Esa noche conocimos al amigo de nuestro amigo con quien compartía la casa. Percusionista menor que me intenta enseñar a tocar el bongo pero no soy capaz de dar con el ritmo en ningún momento. Me enseña con las maracas y el resultado es igual, tal vez no sea mi momento o tal vez no le he dedicado el tiempo suficiente pero mientras resuelvo esa cuestión en mi mente el maestro empieza a tocar en el bongo esa reconocida canción con la que cierra la noche de otro espectacular día en el periplo.

“El cuarto de Tula/ se prendió candela…”

¿Te gustó lo que leíste? Ayudame compartiéndolo y comenta para saber tu opinión.
No te olvides de leer los demás capítulos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Capítulo 11: La paranoia de David.

Capítulo 12: La última noche en Loja.

Un Scorpio con aguijón de madera